EL "CHOLO" BALBUENA

El Perú durante décadas ha sido un gran gestor de enormes futbolistas. Es así como en los confines del barrio “El Chirimoyo” cerca del centro de Lima, nacía un tal José Balbuena. Niño de clase media alta, que aficionado al fútbol se encumbró rápidamente en los equipos del club Lusitania y luego al América peruano.

Así mientras José triunfaba en los pastos de Lima, en el año 1938, Eduardo Simián viajaba al Perú por sus trabajos. Emocionado con un jugador de apellido Advincula les pidió a los dirigentes que viajaran para ficharlo. Al regreso, el jugador Rossi, quien fue designado para traerlo, volvió con el “Cholo” Balbuena.

La familia de José no le agradó la idea, pues a sus jóvenes 22 años no era tan fácil radicarse en otro país. Pero con el ímpetu de los triunfadores, Balbuena siguió su corazonada y se radicó en Chile, y por sobre todo en Universidad de Chile.

Así se ubicó en el extremo derecho de nuestra izquierda y fue protagonista del primer equipo campeón de nuestra institución. Su idolatría ya estaba ganada y no necesitaba más muestras de cariños para con esta institución. Tan buen jugador que Boca se interesó. Alcanzó a debutar contra el Racing, en el mismo partido debut del “Sapo”, pero no aguantó. Amaba Chile y volvió a nuestro país.

Pero el destino le tenía preparada varías pruebas de amor para con la “U”. El año ´45, la regencia nacional de fútbol determinó que los equipos podían contar con tan solo tres extranjeros. Con la posibilidad de irse, Balbuena tramitó su nacionalidad, más que por el cariño a su raigambre en Chile, fue por su cariño a los colores azules.

El hecho no quedó ahí, pues el anuncio oficial fue realizado por los parlantes del Estadio Nacional. Sin nada preparado y para la sorpresa de Balbuena, durante cinco minutos la gente coreo su nombre y lo aplaudió a rabiar. En ese momento el “Cholo” se quebró…

Tanta era su habilidad, que festejó su ingreso a la selección nacional para el sudamericano de Guayaquil. Lastimosamente saldría lesionado, y al regresar tomaría la decisión de retirarse del fútbol. Pero fue el “Conejo” Scopelli quien le pediría intentarlo una vez más, y Balbuena por ese amor que tiene a la “U” no pudo decir que no.

Tanto fue su apego a esta institución que en contra de todos los partes médicos, aguantó hasta que se rompió nuevamente las rodillas. Con el pase en su poder, decidió ayudar a Ferrobadminton, luego de once temporadas con la U en el pecho. El día de su retiro en los colores azules, fue la segunda y última vez que lloró en cancha, el querido y viejo “Cholo” Balbuena.